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Escrita por: Wistuba-san



 Últimamente he leído un buen montón de reseñas y escuchado uno que otro comentario celebrando la canonización de algunos elementos en la nueva película Dragon Ball Super: Broly. La reconstrucción del personaje que le da el nombre a la cinta resulta para muchos uno de los puntos más atractivos de la misma, principalmente basada en la empatía y frustración emocional propias de un gigante sin capacidad de comunicarse con los demás dentro de un ambiente familiar abusivo, pero con un corazón de oro. Sin embargo, como no veo valor en la canonización de algo en sí mismo, sino en la técnica y en la apreciación personal que yo le di a la nueva versión de la historia, este escrito puede resultar algo un poco más negativo si se compara a otros hablando del nuevo producto de DB Super.

 Yo soy del tipo de gente que ve cada "canon" como su propio capítulo independiente en el gran esquema de las cosas. El manga de Dragon Ball es un producto diferente a la adaptación animada que, a su vez, es diferente a la saga Z, a la ya estereotipadamente despreciada GT, todas las películas por separado y Super, entre otros. Cada pedacito de historia fue construido por diferentes directores, escritores, editores y otros participantes quienes con el paso del tiempo no sólo se hicieron más viejos sino que retroalimentaron su trabajo de manera continua y crearon todos estos universos alternos comercializados de manera independiente y pensados para un consumo igual de independiente. Claro, el origen de todo es el manga de Akira Toriyama, quien luego de haberle dado fin a la historia, cerraba un ciclo de trabajo desempañado por ya casi una década. ¿Eres tú la misma persona luego de una década? Yo no. Y me atrevería a decir que Toriyama-sensei tampoco.

Según el nuevo canon Bardock es un padre de familia que se gana la vida honestamente justo a su esposa Gine en Piedradura.

 Si Akira Toriyama lo dice, entonces: ¿Eso lo vuelve canon? Él no es guionista de Dragon Ball Super propiamente, sólo aportando detalles y unos diseños, siendo toda dicha información de dudosa verificación. Entonces... ¿Super no es canon? ¿Su participación en el manga lo hace canon? ¿La película es canon? ¿Acaso todo esto es relevante? ¿Es realmente importante que algo sea ó no sea canon?

 Podría en éste momento resumir la premisa en un pequeño párrafo, pero la verdad de las cosas es la siguiente: Si ya han visto la película original de Broly... pues ya saben de qué va esto, siendo esta redundancia en su narrativa uno de los problemas claves de la película, potenciado negativamente por una larga duración (hablamos de 1 hr 55 min. según la ficha en MAL, coronándola como la película de DB más larga hasta la fecha). En éste caso podemos agregarle la presencia de una loli espacial llamada Cheelai (interpretada por Nana Mizuki para todo aquel que le gusten los actores, supongo) y un viejo con una personalidad bastante apagada llamado Lemo (interpretado por el ocasionalmente hilarante Tomokazu Sugita). La única función real de éstos es simple exposición y exteriorización personal de Broly por medio del diálogo y conociendo a éste gigante a través de amigables interacciones, especialmente Cheelai, construyendo una dinámica similar a la vista con Tarzan y Jane.

 Las diferencias narrativas de la nueva versión de la historia no son particularmente sutiles, más no por ello el producto final necesariamente se ve afectado en términos de establecer su punto. El origen de la inestabilidad emocional de Broly deja de ser el haber escuchado llorar a Goku tanto tiempo de bebé y pasa ya estar relacionada al abusivo carácter de su padre, Paragus. De esta manera se busca un poco la simpatía de la audiencia para generar lástima y compasión por un personaje que en los últimos 40 y tantos minutos de película veremos sólo golpear, gritar, ser golpeado y gritar más. La caracterización de Broly abandona su faceta un tanto sarcástica imbuida por la sed de sangre propia de su raza guerrera extraterrestre de la cinta anterior y la reemplaza por buenas intenciones y un profundo resentimiento por la muerte de uno que otro animal/amigo con el cual había tenido contacto previamente. Ésta tendencia de tratar de generar empatía por medio de un pasado triste tratando de explicar las malas acciones por sobre las buenas intenciones de los personajes antagónicos es una de las marcas de agua de Dragon Ball Super, del cual quizá algún día pueda escribir algo (como algo bueno y no tan bueno, supongo). 

Lemo y Cheelai. Había olvidado completamente sus nombres hasta el momento en que los tuve que buscar para el escrito. La loli está cute.

 Nada de esto resulta particularmente consecuente al momento de llegar al clímax de la película. Osea, tenemos todo un backstory propio para el personaje que le da el título a la entrega, pero no altera realmente quien es en la práctica. En su versión original el pasado triste de Broly quedaba implícito al ver su relación con su padre y cercanos. Podemos inferir un mal pasar del pobre y no es necesario un recuento de toda su historia debido a que luego el personaje hablará por sí mismo a través de sus acciones. Sin embargo, ahora tenemos una situación donde nos deben explicar el porqué Broly es como es, en lugar de demostrar cómo es. Entonces, con toda la exposición previa no terminamos por conocerlo mejor como persona, aunque sí como personaje dentro de su triste pasado. Al menos yo considero un poco aburrido conocer a alguien por lo que ha hecho en lugar de su presente.

 La película se toma su tiempo en arrancar luego de un preámbulo de casi una hora, sabiendo perfectamente lo deseado por el público: combates a altas velocidades y con la mejor animación que el todopoderoso capitalismo pueda pagar. Y es aquí donde la película siento que flaquea, generando una desconexión literal y metafórica con la audiencia.

El pequeño Broly. Si tan sólo fuera consiente del futuro cinematográfico que le espera. 

 Literal porque derechamente no fui capaz de procesar la información visual de las peleas. Tal vez sea la edad cerebral propia de mi persona endulzada con nostalgia. Siempre aprecié mucho la elegancia y sutileza cinematográfica de algunos combates de DBZ (no todos, obviamente). Cámaras estáticas y dibujos precisos que se daban el tiempo de ser apreciados otorgaban a los enfrentamientos una atmósfera muy similar a películas de Kung-fu antiguas, cuyos combates mejores coreografiados (a mi gusto, al menos) me resuenan a una discusión corporal por turnos a cámara rápida y no sólo caos y destreza física en acción. Las primeras película en particular relucían con un intenso resplandor desde el punto de vista coreográfico (La del árbol sagrado, por ejemplo, a pesar de ser una de las "aburridas" sigue siendo una favorita personal y la recomiendo). 

 En ésta película todo vuela fuera de control, con la cámara girando tiempo completo donde la fineza en la representación de las artes marciales se abandona en pos de titánicos impactos llenos de color y sonido. Sin dejar de ser impresionante en sí mismo, no es exactamente lo que yo busco en estos casos. Sí tan sólo la cámara pudiera frenar unos instantes y dejarme apreciar la acción puesta en escena, mi historia con la cinta sería otra. Muchos quizá aprecien éste juego con el observador gracias al intento de sumergirnos entre combates de supersayajines en el aire, cosa que nos sintamos dentro de la escena y formemos parte del evento. Pero soy un espectador que nunca se siente inmerso en lo que ve, siendo muy consciente de la existencia de la cuarta pared y todo intento de inmersión suele rebotar bastante conmigo por lo mismo. No obstante, si eres de aquellos gustosos de  sentirte "dentro" de la película, una buena pantalla grande es necesaria para esta. 

Muchos dibujos de excelente calidad se pierden entre tanta velocidad. Para los amantes de la animación es una delicia, pero para los de la ilustración da algo de penita.

 Y retomando lo mencionado en párrafos anteriores, metafórica porque ésta película fomenta poco la idea de que Dragon Ball es conceptualmente combates sin sentido y con leves trasfondos emocionales justificando los conflictos y su posterior resolución. Siempre se reciben con algo de desconfianza los comentarios aludiendo alguna profundidad oculta dentro de la narrativa de un shounen de peleas que casualmente nadie pudo pesquisar antes y encuentro dicho desconfiar una actitud no muy concordante con la idea de ver anime y manga como formas de artes liberales. Si alguien llega y dice que Dragon Ball Super: Broly es superior en términos de profundidad que Ghost In The Shell como historia de ciencia ficción, estoy dispuesto a escuchar todo lo que tenga que decir con la mejor disposición del mundo. Aunque la recepción pública se dedique a priorizar la inserción de un par de personajes al “canon” y combates coloridos sin una efectiva inversión emocional sólo termina ahogando las discusiones y continuando el ciclo de reducir la serie a mero entretenimiento infantil, sin nada mas que decir al respecto.  

Pequeños momentos de fanservice adornan toda la película con personajes inconsecuentes teniendo una divertida aparición. 

 En resumen, demasiado redundante en algunas partes y demasiado caótica en otras, la película deja una experiencia bastante agotadora para mis sentidos, parecido a un largometraje de Transformers. Quizá haber fracturado la historia en 3 OVAS hubiera quedado de maravilla, pero pareciera que los dueños de DB Super tienen otros planes para la franquicia. Sólo me queda desearles suerte y esperar. 

 Ah… Goku y Vegeta salen en ella. Por poco lo olvido. 

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