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Escrita por: Wilburg


La última vez que me pasé por estas tierras del Blog de La Fede, lo hice para escribir un artículo sobre Millennium Actress, película de uno de mis directores favoritos, Satoshi Kon. Fue entonces que me percaté de que aún no me había tomado la molestia de consumir absolutamente todo lo que había hecho Satoshi Kon antes de su muerto. Me embarqué, entonces, en una aventura este mes; vería todo lo que Satoshi Kon dirigió durante su vida.

Con lo que había visto hasta la fecha, la barra de calidad estaba bastante alta, y me lancé a este maratón con un ligero miedo a decepcionarme. No sucedió. De hecho, acabé por encontrarme joyas impresionantes, al punto de que ya no sé cuál es mi obra favorita de este director. Una de esas joyas es la que me trae hoy a escribir de nuevo sobre el arte de Satoshi Kon: Paranoia Agent.

¿CUÁL ES LA HISTORIA DE PARANOIA AGENT?

No estoy muy seguro. Primero que nada, para hablar de la historia de esta serie, y que todos nos entendamos, lo más lógico sería presentar una sinopsis. El problema es que… no sabría cómo resumir esta serie a una sinopsis de un párrafo que le haga justicia a la historia original. Así que me tomaré la libertad de hacer un poco de trampa y pedirle el favorcito a Wikipedia, que todos lo hemos hecho alguna vez, tampoco me vayan a ahorcar.

«Todo comienza cuando Sagi Tsukiko, creadora de Maromi, juguete y personaje animado de moda en Japón, denuncia haber sido atacada una noche en la calle por un muchacho con un bate y patines, ambos objetos de color dorado. Pronto la noticia trasciende y junto a la investigación policial se suma la serie de rumores sobre el muchacho, su apariencia, foma de actuar y motivos. De esta forma, lo que comenzó como un simple ataque individual se convierte pronto en un suceso a gran escala al conocerse nuevas víctimas y aún más extraño, el casi comprobado rumor que cuenta que, tras ser atacadas, las personas se liberan de sus problemas».

Gracias Wikipedia. No te voy a mentir, no está muy bien redactado, y deja bastante que desear, pero es suficiente para contentar a aquellos que la necesiten. Por otro lado, me ahorraste varias horas de pensar en algo mejor.

Ahora, con sinopsis en mano podemos comenzar a hablar de lo realmente importante, ¿verdad? Meh… se podría decir que sí… ¿quizá? Verán, la cuestión es que la sinopsis es casi un resumen del primer episodio, y en esta serie eso ayuda poco. Cada capítulo cuenta con un protagonista distinto; lo vemos caer en la miseria total, simplemente para ser «salvado» por el Chico del Bate. La fórmula se repite constantemente sin mucha variación (en lo que a estructura se refiere).

En primeras instancias, y ante esta filosofía de «capítulo nuevo, protagonista nuevo», la historia de Tsukiko no tiene nada de especial más que el hecho de ser la primera víctima. Porque ella no es la protagonista de la serie. Nadie lo es. El único protagonista consistente a lo largo del anime, que juega un papel fundamental en la forma en que se desenvuelve la trama, es «la sociedad»; para ser más específicos, sería más bien el «comportamiento de la sociedad».

Sé que suena medio absurdo, pero no dejen de leer por favor.

La historia de Paranoia Agent no trata conflictos personales, individuales, con los que debamos empatizar. Sí, cada protagonista tiene un conflicto interno, algunos muy fuertes de hecho, que deben superar. Pero ese no es el punto de la serie. Paranoia Agent nos habla realmente de un problema social, algo que nos afecta a todos como colectivo: el escapismo. En la comunidad de anime, ¿cuántas veces han escuchado la frase «yo veo anime para olvidarme de los problemas de la realidad por un rato»? Yo puedo afirmar que la he escuchado al menos más de 2,57 veces, aproximadamente.

En el universo de Paranoia Agent (y, diría yo, en nuestro universo también) los personajes viven en dos mundos simultáneamente: el mundo real, aquel que comparten con otras personas, y su fantasía individual, el mundo como querrían que fuera. La disparidad entre ambos mundos (el real y el ficticio) se acrecienta en la vida de los protagonistas de cada capítulo, hasta que se vuelve tan grande que son incapaces de soportarla. Es entonces cuando piden, aunque sea de forma inconsciente, la ayuda del Chico del Bate, para que haga de su mundo real algo más soportable, más similar a su fantasía.

Creo que sería muy inocente por parte de alguien catalogar al escapismo como una práctica poco dañina, ignorar lo tóxico de la cuestión. Sin embargo, en menor o mayor medida todos lo hacemos. La sociedad japonesa en específico es muy fanática de la evasión de la realidad. Allá, todo es más colorido, más bonito, más ruidoso, sin duda extravagante. Por un lado, es sorprendente que no figuren en lo alto de listas de países con mayor consumo de alcohol del mundo; ni siquiera asoman entre los primeros del continente asiático. Por otra parte, realmente no lo necesitan. Su sociedad está diseñada para evadirse de la realidad, incluso sin la necesidad de sustancias del demonio. Con el j-pop y el pachinko les va de sobra.

Debo aclarar que este es sólo el tema general de Paranoia Agent. Más allá de esto, muchos temas se ocultan en la zona de spoilers, y no me atrevo a tocarlos, además que sería incapaz sin hablar de aspectos avanzados de la trama. Pero quiero aclarar que esta serie abarca mucho más de lo que aquí escribo, llegando a tocar temas como el papel de los medios de comunicación en la sociedad, el cambio cultural que sufrió la Japón posguerra, e incluso dedicando un capítulo entero a la precaria y estresante situación de la industria del anime.

SATOSHI KON Y SURREALISMO

Sé que para muchos lo más importante es y siempre será la historia, pero no puedo despedirme sin comentar el verdadero trabajo de este genio. Porque la historia puede estar muy bien, pero eso es trabajo del guionista; lo que debe hacer el director es contar la historia de la manera adecuada. Y oh boy, Satoshi Kon lo hace de la mejor manera posible.

Ya mencioné que lo que tienen en común todos los personajes es su doble percepción del mundo, viviendo a la vez en el mundo real y en un mundo de fantasía. Hacer de este concepto algo entendible en términos visuales, sin explicar de más y ser aburrido, es difícil.

Aquí es donde entra Satoshi Kon, y por lo que creo que nadie más pudo haber dirigido esta serie. Kon lleva la historia por la vía del surrealismo, torciendo la realidad a límites inimaginables, haciendo con esto que sea fácilmente diferenciable el mundo de fantasía del real, pero al mismo tiempo difuminando la línea que divide la ficción de la realidad. Algo similar a lo que hace en PerfectBlue, pero multiplicado por diez. Sin duda, este es el trabajo más surrealista del director, y yo soy un fanático del surrealismo así que no me quejo.

Sí es verdad que, muy a mi pesar, debo aceptar que esto lo ejecuta mejor en algunos capítulos que otros. Me gusta cuando el artista surrealista se vuelve loco creando ideas bizarras y mezclándolas a la vida real de los personajes de forma sutil, de forma que se sienta casi real pero lo suficientemente cantoso como para que llame la atención; acaba creando una sensación de confusión controlada que me encanta. Algo así como la aparición de Rei cuando Shinji la ve en la carretera en el primer episodio de Neon Genesis Evangelion. Por eso, capítulos como el quinto, en que el mundo ficticio del protagonista se trata de un mundo de fantasía que es simplemente el mundo real visto a través de la imaginación de un niño que juega muchos videojuegos, se me hacen aburridos.


Aburrido... en cuanto a surrealismo. Pero no por ello digo que este capítulo tenga menor complejidad narrativa.

En cambio, el tercer capítulo es una maravilla del surrealismo. En este, seguimos a una mujer con problemas de personalidad múltiple, que intenta suprimir a una de sus personalidades. La manera en que esta personalidad se manifiesta para exigir libertad es dejando mensajes en el buzón de llamadas del teléfono de la protagonista. Simplemente magnífico. Puede no tener mucho sentido, pero no lo necesita; funciona, eso es lo importante. Y no hablo del séptimo episodio porque ya me parece que es demasiado avanzado y peligro de soltar algún spoiler muy gordo.

El capítulo 2 también se me hace interesante porque, además, juega con la abstracción de la animación para alcanzar esa sensación incómoda que necesitaba.
En conclusión, Satoshi Kon es un director increíble y no sé si estoy traduciendo bien mi pasión a palabras. Simplemente vean Paranoia Agent. Venga, hasta luego.

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