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Escrita por: Wilburg


¡Primer manga que cubro en este blog! Me inventaría una excusa rápida de por qué no había hablado de manga pero siempre es mejor decir la verdad: no leo manga. Se juntan muchas razones, como que lo tenga que leer en la computadora y eso me parezca una de las cosas más incómodas del mundo, o también las traducciones con faltas ortográficas. Pero la razón número uno de porqué no leo apenas manga es porque suelen ser muy largos. Y solo parece haber dos tipos de series; las que rondan los 10 capítulos, y las que no tienen menos de 50. Las que consisten de 10 capítulos me gustan, pero son la clara minoría. Las que entran en el segundo grupo son demasiado largas y mi capacidad de atención no alcanza para estar tanto tiempo con una misma cosa. Pero hace unos dos meses me llené de valor y comencé un manga de más de 150 capítulos (lo que sigue siendo poco en la media de los shonen). 176, para ser más exacto, fue la cantidad de episodios que leí de Bakuman para poder llegar a su final. Y no me arrepiento de nada. Principalmente porque de este manga aprendí un montón.

EL SHIROBAKO DEL MANGA

Si han visto Shirobako ya sabrán a qué me refiero acá, y si no, no sé qué esperan. Pero bueno, para entendernos mejor explicaré las cosas desde el inicio. Dudo que a estas alturas alguien no sepa de qué va Bakuman, pero para aquellos que no lo tengan claro, lo explicaré. En este manga veremos la historia de Takagi Akito y Mashiro Moritaka en su aventura por convertirse los mangaka número uno de la Weekly Shonen Jump y de todo Japón. Sí, este es un manga sobre mangas, igual que Shirobako es un anime sobre animes. Y tal como su homólogo animado, Bakuman da un vistazo más cercano a cómo es la industria desde dentro. Hablamos específicamente de la Jump, pero ya nos podemos hacer una idea que las demás revistas funcionarán de la misma manera. Y no sé si fue sólo a causa de mi total ignorancia, pero gracias a esta obra ahora entiendo mucho mejor el mundo del manga.

Por ejemplo, el hecho de que los mangakas tengan asistentes era totalmente desconocido por mi parte. O la cantidad de influencia que podía tener un editor sobre una serie, ya fuera para bien o para mal. También gracias a Bakuman logré entender lo preciadas que son las series populares para las revistas, y porqué One Piece no terminará jamás. Además, también te da un vistazo más íntimo a la forma de plantearse los autores su propia obra. Esto, sin embargo, me parece que puede jugar un punto en contra para la serie.

Hattori es uno de los personajes más importantes de toda la serie, al ser el editor de Ashirogi Muto.

Dado que Takagi y Mashiro son casi representaciones de los autores de la obra, Oba y Obata respectivamente, podemos suponer que ciertas cosas que hacen los protagonistas del manga, también lo hacen los mangakas detrás de éstos. Muchas veces vemos cómo hablan de introducir a un nuevo personaje para mantener a los lectores intrigados. Eso provoca que cuando vemos que aparece un nuevo personaje en Bakuman lo notemos mucho más y tomemos consciencia de lo que pasa por la mente de los autores. Este nivel de transparencia puede sonar bonito, pero la verdad es que llegas a sentir que te están tomando por idiota. La serie hace que seas consciente de los clichés básicos de escritura de los shonen, y luego cae en esos mismos clichés como diciendo “¿Ves? Sí funciona”.

Pero a veces… no funciona tanto. Bakuman cae también en las malas prácticas del género porque necesita extenderse tanto como pueda, porque esto es la Jump y deben hacer más dinero. Muchas veces crean conflictos de más de 10 episodios producto de un malentendido y lleno de sinsentidos, que al resolverse deja la historia en el mismo lugar que estaba 10 episodios atrás. Y esto pasa en… casi todos los shonen. Pero en otras series pensarías “Este arco fue un poco peor” y lo seguirías viendo sin mayor problema. El problema llega cuando sabes que esto lo hacen para extender la serie, y sientes que están jugando contigo y tu atención sólo para hacer más plata (aún cuando lo estás leyendo gratis por internet).


EL TAMAÑO SÍ IMPORTA

A ver, muchas veces la serie se alarga sin necesidad. Pero en general, este es un manga que sabe aprovechar al máximo el hecho de ser muy largo. Olvidándonos por un momento de Naruto (que lo leí semanalmente en publicación) este es el manga más largo que he leído. Y tengo la misma sensación que cuando terminé de ver Hunter x Hunter, o cuando veo Game of Thrones o Braking Bad: la extensión ayuda al desarrollo de personajes. Es así. Si tienes más tiempo, es más fácil para el público empatizar con los personajes, y más fácil para el autor agregarles capas y capas de profundidad a sus personalidades y hacerlos más humanos. Ahora, hay que decirlo, los personajes de Bakuman no son lo más profundo del mundo. No llegan a ser para nada personajes planos, pero no hay punto de comparación con la profundidad de la mayoría de personajes de la otra obra popular de los autores, Death Note. 

Pero por el otro lado, algo que la serie consigue de forma excepcional es crear empatía. Tiene personajes a los que es muy fácil tomarles cariño. Y dado que, literalmente, los vemos crecer y pasar de ser completos desconocidos a ser mangakas populares, creamos un lazo emocional muy fuerte con todos ellos. Cada derrota te destroza y cada victoria te hace querer saltar de la emoción, porque has visto todo lo que han pasado y el esfuerzo que han puesto desde adolescentes para ser lo que son. Eso hace, al mismo tiempo, que cuando la serie se acerca a su final y los arcos se comienzan a cerrar, te ataque un sentimiento de nostalgia comparable al de Naruto en su final (sin tener en cuenta que es un final mucho mejor escrito).

Pero no se queda ahí. La serie aprovecha la extensión de episodios, además, para explorar una cantidad increíble de temas a profundidad. Al principio, Bakuman tiene los temas típicos de un shonen: el amor, la amistad, el trabajo duro y la persecución de tus sueños. Es más, son tan comunes, que tres de ellos son temas principales de Boku no Hero Academia, el shonen por excelencia ahora en emisión. Pero, a medida que la serie avanza, comienzan a aparecer preguntas mucho más interesantes sobre el manga, que toman protagonismo por una cantidad importante de episodios. ¿El autor de una serie debe tener la capacidad de decidir sobre esta? ¿Quién debe tener la propiedad sobre un manga, el autor o la revista? ¿La figura del autor es importante para un manga, o se puede industrializar? ¿El manga es una forma de arte? Este tipo de preguntas y temas abundan en los capítulos intermedios de la serie (los que no están muy cerca del inicio ni del final, no sabía de qué otra forma llamarlos, ¿vale?). Y estos temas tienen, en un momento u otro, protagonismo en la serie, y cada uno viene acompañado por una trama única y personajes con distintas filosofía y respuestas a la misma pregunta. Estos conflictos fluyen con mucha suavidad, dejando tiempo para que cada tema tome protagonismo y luego deje lugar al siguiente sin aburrir al lector. Y creo que sólo por eso, la forma que tiene Bakuman de mirar al manga y hacer preguntas tan difíciles, muchas veces sin una respuesta clara, esta debe ser considerada la segunda obra maestra de Oba y Obata. Si Death Note pasó a la historia por su forma de ver la justicia, Bakuman debería hacerlo por su forma de ver el arte.

Toda la historia de Shun habla sobre el trabajo duro del mangaka y la posición del manga como arte.

LOS DIBUJOS COBRAN VIDA

Hasta ahora he hablado únicamente de guión y cuestiones narrativas, así que me gustaría dedicar éste último punto a una de mis cosas favoritas en esta serie, los dibujos de Takeshi Obata. Es impresionante la cantidad de energía que le puede dar a una escena con el sólo uso de dibujos en blanco y negro. Su forma de entintar y su uso de la perspectiva hacen que algo tan relajado como dibujar parezca un deporte extremo. Además, adapta de manera magnífica su estilo de acuerdo a lo que necesite la serie; normalmente tiene un dibujo muy limpio y atractivo, pero al momento de necesitarlo, sus personajes pueden estar totalmente demacrados al propio estilo Junji Ito. Y sin bajar ni un instante la calidad de su arte, logrando crear momentos preciosamente ilustrados incluso en las últimas páginas del manga. Todo esto sin hablar de su diseño de personajes que, para no extenderme mucho, es simplemente perfecto para esta serie.

Para conseguir ese dinamismo en los dibujos, Obata juega mucho con la perspectiva al mostrar a Mashiro dibujando.


VEREDICTO FINAL: 9/10

¿La recomiendo? Completamente, sobre todo si no te molesta leer series tan extensas. Es un manga que siento que todo el que disfrute de este mundillo debería leer. Además, no deja de ser un muy buen shonen y tener una estructura hecha para enganchar al lector. Así que aunque no te interese demasiado la industria del manga, Bakuman aún te puede ofrecer sus entretenidas rivalidades, sus buenas batallas (psicológicas) y sus inesperados giros de guión. Debes leerlo, no tienes excusa.

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