Escrita por: Wistuba-san


A inicios del presente año (2018 para quién lea ésto en el futuro) llegó a las pantallas de Netflix la miniserie Devilman Crybaby (Crybaby): Una re-interpretación del manga Devilman del señor Go Nagai, bajo la dirección Masaaki Yuasa, con un notorio replanteamiento en la presentación estética pero dejando intacta la esencia de lo que representa la obra original. Crybaby es violento con sus personajes, cruel en la construcción de su mundo, sexual con sus temáticas y desesperanzada con su visión de la humanidad. Independiente de la puesta en duda de su calidad, es innegable que volvió a revivir la llama en la memoria colectiva asociada a estos nombres, recordando a los más olvidadizos de la audiencia que Go Nagai existe y ha hecho cosas más allá de Devilman.

Shin Mazinger Z es un caso similar de hace ya casi 10 años con otra propiedad del ya mencionado autor, pero con la particularidad de haber sido dirigida por otro grande de la animación japonesa: Yasuhiro Imagawa. Como creador de Giant Robo The Animation, director de Mobile Fighter G Gundam y caracterizado por lo rimbombante: Gigantescos Luchadores mecánicos colisionando a una escala intergaláctica con movimientos y armas con nombres tan ridículos como el diseño de los trajes de los pilotos.

Es por esto que apenas puedo imaginarme lo emocionado que Imagawa debió haberse sentido al haber tenido la oportunidad de ponerle sus manos a uno de los íconos del anime de mecha de los años 70.


Y todo el espectáculo no se hace esperar ni un segundo.

La historia comienza con una desesperanzada orquesta resonando en conjunto con un terremoto que termina partiendo la tierra para darle espacio a un gigantesco gladiador que se alza victorioso y con intenciones hostiles, mirando sin respeto alguno a la altura de sus pies. ¿Un insecto? No... Pero similar. La cámara nos revela lo diminuto que se ve en comparación el mítico Mazinger Z, controlado por Kabuto Koji.

Un nuevo cambio de cámara nos revela a una suerte de fantasma que recita sus burlas hacia nuestro héroe estableciendo que la batalla ha terminado para la humanidad y que Mazinger ya ha perdido. Estos son los primeros 5 minutos del capítulo inicial, sino es que menos. Y este tipo de escenarios se replica con otros personajes durante toda la duración del mismo. 

No por nada este primer episodio de se titula "El Gran Final", dejando en constancia que Shin Mazinger Z inicia con el final del anime, similar a lo sucedido con Kenpuu Denki Berserk (donde Imagawa participó como guionista), por lo que resulta recomendable visitar los primeros capítulos de la serie una vez finalizada para poder tener un mayor contexto del tan desconectado final. De ahí en adelante la narrativa avanza a un ritmo un poco más normal, llegando al punto de parecerse más a las historias del anime de antaño con una nueva capa de pintura.


Enemigos clásicos de Mazinger Z entran en escena.

Probablemente, Mazinger Z –para los que no lo conocen– suele verse asociado a una historia de “super robots” con poderes, situaciones y villanos increíblemente absurdos, pegados a una narrativa enfocada en la venta de juguetes, mangas y otro tipo de mercancía. Si bien, este tipo de observaciones no son particularmente erróneas, mucho de la concepción colectiva suele obviar uno de los detalles más importantes de la propiedad intelectual: La Tragedia.


Devilman utiliza la tragedia como principio activo y combustible de su narrativa: con un mensaje oscuro asociado a fuerzas que no podemos comprender y contra las que no podemos luchar. La humanidad, ni frente a este escenario, cambiará su naturaleza autodestructiva, y nada habla peor de nosotros mismos que el acto de apoyarnos en los hombros de nuestro único héroe y protector: Devilman.

Mazinger Z es una historia con un mensaje similar, muy oscura desde el origen y con mensajes tan sexuales y deprimentes como el anterior, suavizándolos con llamativos héroes mecánicos controlados por pilotos de buen corazón, cosa que Shin Mazinger Z logra capturar con mucha propiedad directamente desde el manga original: 

Una reencarnación artificial del omnipotente Zeus, Dios de los Dioses, rebelde en una guerra intergaláctica contra una raza de griegos espaciales que consideran al planeta tierra un punto estratégico dentro de su conflicto cósmico. Es literalmente la respuesta de la humanidad para luchar contra diferentes deidades. 


Un primer plano de Zeus, el omnipotente.

La seriedad y madurez de la narrativa de Shin Mazinger Z no puede verse exactamente en las logísticas de su guión. Es una de aquellas historias donde las cosas “pasan porque sí”, invitándonos en su lugar a preguntarnos el “por qué” de los personajes en lugar del “cómo” de sus acciones. Cada personaje tiene una motivación clara, específica y sencilla para actuar y cumplir su función dentro de la gran épica del super robot en algún momento dado. 

Con motivaciones claras, vienen asociadas emociones claras. Y con emociones claras, el enfoque principal de dichas motivaciones dentro de la obra radica más en la intensidad de las mismas que en su complejidad. Cuando un personaje llora, no lo hará por las razones más complicadas del mundo, pero lo sí con toda la intensidad que la ilustración, los efectos de sonido, el talento de los actores y las palabras tanto del personaje como del narrador puedan demostrarnos. Los sentimientos se exacerban y maximizan. 

Todas estas consideraciones podrían resultar incómodas para alguien que espera respuestas a las interrogantes que se plantea al momento de analizar una obra desde el punto de vista técnico, pudiendo confundirse muy fácilmente con agujeros argumentales y llegar a la apresurada conclusión de que el guión no fue lo suficientemente masticado.


El estilo de dibujo deforma la cara de sus personajes en función de las emociones.

Esta puede ser una alternativa de pensamiento, pero cuando la totalidad de la historia gira en torno a la idea de que la intensidad de las emociones de los personajes les permite superar todos los obstáculos de la manera más épica posible; más que en agujeros argumentales me hacen pensar en la Odisea y en como Ulises desarrollaba su propia épica entre gigantes y dioses de la antigua era. Y recordamos que Mazinger Z es una reencarnación de Zeus: La épica griega y la obra de Nagai van unidos como pan y mantequilla.

La animación no es estelar. La ilustración es inconsistente; la música puede empezar a sonar muy repetitiva luego de unos capítulos (la serie tiene 26)y presenta un final que, aparentemente, jamás se verá continuado en una segunda temporada. Pero soy de la idea de que para entender el porqué el anime se ha convertido en el monstruo que es hoy, es muy importante echar una mirada crítica al pasado y reflexionar sobre los cambios que el género, el medio y nosotros como audiencia, hemos experimentado.

Mazinger es un ícono del anime, y Shin Mazinger Shougeki! Z Hen es una muy conveniente cápsula del tiempo con una presentación quizá un poco más tolerable para muchos hoy en día (ver el anime original es muy difícil, no voy a negarlo). Además, de aquí se puede saltar a casi cualquier producto con el nombre de Mazinger asociado y poder entender más o menos qué es lo que está pasando.

En resumen: Está ok.

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