Escrita por: Wilburg


Recuerdo que al enviar la solicitud para escribir en el blog, hace casi dos años ya, lo hice con un tono muy serio, y utilicé mi “amplios” conocimientos cinematográficos como justificación para entrar al grupo de redactores. En ese entonces no conocía a casi nadie de por acá, y sentí que debía ser una solicitud formal y profesional. Era un niño bastante inocente.

Pues bien, aunque me sirvió como excusa, sí es verdad que uno de mis grandes incentivos para entrar a escribir aquí fue el amor que sentía por el cine de animación japonesa. Quería compartirlo con todos ustedes, y aprovechar la ocasión para también extender un poco de cultura cinematográfica por los círculos de anime en español… y no lo he hecho. En los casi dos años que he estado aquí hablé de una sola película, y lo mismo no fue la mejor reseña que he escrito en mi vida. Hoy vengo a redimirme; quiero hablar de cine, buen cine. Y para ello recurrí a mi director de cine de anime favorito: Satoshi Kon. Aún no he visto toda su filmografía, así que vi su película menos popular (según MAL), Millennium Actress, para observar qué tanto del Satoshi Kon que conozco es consistentemente bueno. Spoiler alert: todo es consistentemente bueno.

LA MAGIA DEL CINE

Hablar sobre el arte del cine en una película tiene un valor intrínseco fascinante. Analizar el arte a través del arte, no hay nada más bonito que eso. Películas como The Disaster Artist, Hugo o Adaptation cuentan con una metanarrativa digna de admirar, y Satoshi Kon es un director que no se queda atrás, siendo él, además, quien en mi opinión habla del medio de la forma más sutil y elegante.

En su filmografía se puede apreciar desde kilómetros de distancia la devoción que sentía este director por el cine, ya sea por narrar historias completamente envueltas con el cine y su industria, o por tomarse cinco minutos en Paprika para explicar lo que es el eje de acción, cómo funciona y por qué es importante para mantener la coherencia visual de una escena. En este ámbito, Millennium Actress es, de sus historias, la que más se involucra con el cine. Esta película sigue a Tachibana Genya, un documentalista, en su deseo por documentar la vida de una de las actrices más importantes del siglo luego de que su estudio cerrara y las instalaciones fueran destruidas. Dicho documentalista, acompañado por su camarógrafo, va a casa de la actriz, Fujiwara Chiyoko, en busca de una entrevista.

Suena aburrido, ¿verdad? No te preocupes, Satoshi Kon es de esos directores que, sin importar lo poco inspiradora que suene una historia en papel, te la mostrará de la forma más creativa posible. En este caso, los documentalistas se sumergen en la vida de la actriz, haciendo presencia en su relato con cámara en mano y preparados para grabar todo lo que vean en el pasado de Chiyoko, muy al estilo Woody Allen en Annie Hall. Y ya esto a mí me compra por completo. En lugar de hacer uso de un cochino flashback, Satoshi Kon toma a los personajes del presente y los coloca en la historia del pasado narrada por la actríz, haciéndolos espectadores en un historia que no les pertenece, justo como nosotros. Ahora, en Annie Hall esta es una herramienta para hacer de una situación jocosa algo mucho más divertido y darnos unos buenos “jajas” al colocar personajes que no pertenecen a la escena. Millennium Actress va un poco más allá y hace uso de esto para darnos información muy elegante y sutilmente.

Al poco tiempo de comenzar a observar el pasado de Chiyoko, la actriz, en el pasado, se acerca a los documentalistas y les habla directamente. Pero realmente no les habla la muchacha del pasado. Les habla la Chiyoko del presente a través de su representación joven. ¿Qué hace esto? Recordarnos que estamos presenciando un relato, el mismo relato que están escuchando los documentalistas; esta no es una representación exacta de la realidad. Simplemente aceptamos el relato de un personaje, y hacemos todo lo posible por recrear lo que sucedió. Esto se ve reforzado por el hecho de que, al inicio de la cinta, cuando Chiyoko es más joven y los sucesos son más distantes a los documentalistas, vemos su historia a través de los escenarios y acontecimientos de sus películas, lo más público y conocido de la actriz.

Esta línea borrosa que separa la realidad de la ficción, la vida personal de Chiyoko y la vida de sus personajes, es una parte muy importante de la película, y de la filmografía del director en general. Si ves al trabajo de la mayoría de directores encontrarás temas que se repiten con frecuencia en sus obras; en el caso de Mamoru Hosoda es la paternidad, en el de Miyazaki es la señora naturaleza, y en el de Satoshi Kon son las vidas dobles. Y lo explora de manera fenomenal haciendo uso de una herramienta de montaje que va muy bien para sus películas: el match cut (no sé cómo se llama en español, lo siento).

Un match cut es un corte en el que un elemento de un plano, ya sea forma, posición, movimiento o sonido, calza con algún elemento del siguiente (ejemplo). En la mayoría de los casos, este tipo de cortes puede crear transiciones muy fluidas, muy suaves, y se suele utilizar para crear significado con la unión de ambos planos (ejemplo). En otros, dichas transiciones te pueden dejar un poco desconcertado (ejemplo). La confusión es lo que busca Satoshi Kon, y a lo largo de su corta carrera utilizó el match cut al punto en que se podría hacer una tesis entera en su uso de la herramienta —Every Frame a Painting hizo un video al respecto si les interesa ver un poco más del tema.

En Millennium Actress, el director utiliza el match cut para pasar suavemente de la realidad a la ficción, y para moverse por las películas de la actriz, mientras sigue contando la misma historia. Así, hace que sea indistinguible la vida de la actriz de la vida de sus personajes, algo que ya había explorado en Perfect Blue, pero no con tanta profundidad ni con tanto propósito narrativo. De las que he visto, esta es la película que saca lo mejor del director a nivel de montaje, la parte más importante e infravalorada del cine.

He visto sólo tres de sus películas, pero ya Satoshi Kon es mi director de anime favorito, y uno de mis directores favoritos en general. No sólo contaba historias muy buenas, también lo hacía de formas creativas y complejas. En una industria que suele buscar la calidad técnica y la impresión visual, Satoshi Kon fue un director innovador en aspectos que van mucho más allá de las barreras del anime. He visto pocos directores que jueguen tanto con el montaje sin caer en lo experimental e incomprensible. Aún menos en el anime. En la actualidad, mi favorito en este aspecto es Akiyuki Shinbou, que más allá de manejar un estilo artístico raro junto con Shaft, no tiene ningún problema con experimentar a la hora de crear relaciones visuales haciendo uso del montaje. Otra que parece estar comenzando a darle más importancia al montaje en sus obras con el paso del tiempo es Naoko Yamada. Koe no Katachi alcanza la emotividad sin caer en trucos trillados y haciendo cosas realmente creativas (y probablemente un día escriba al respecto también). Ella es una directora muy joven, y aunque tenga ya un estilo muy marcado, aún tiene muchas cosas por explorar, entre ellas el montaje de sus películas. Por ahora, Satoshi Kon, en mi opinión, fue el mejor director de anime que ha vivido. Es una lástima que muriera tan joven. Lo menos que podemos hacer es ver tods sus obras.

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