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- Reseña: The Tatami Galaxy
Escrita por:
Unknown
The Tatami Galaxy
Las mejores obras de animación son una fundición entre guión y presentación. Piezas únicas que utilizan el apartado audiovisual para elevar su historia y sus personajes, dándoles vida con color, profundidad con simbolismo, y personalidad con música. Pueden retratar sus temas a través del dibujo, y controlar las emociones con el movimiento. Logran usar los efectos y escenarios para sumergir a los espectadores en mundos maravillosos con sus propias atmósferas increíbles. Las mejores obras de animación tienen algo para decir. Toman problemas, conceptos, ideas y creencias de nuestro mundo, presentándolos de forma espectacular y transmitiendo los pensamientos y sentimientos de sus artistas. Tienen un mensaje que dar, buscan ser algo más que entretenimiento para una audiencia que sólo quiere ver comedia estúpida y acción idiota. The Tatami Galaxy es una de esas hermosas sorpresas que cada tanto aparecen en la industria, un anime que realmente me llegó, cambiándome la forma en que percibo al medio y a la animación en general como forma de arte.
La serie está basada en la novela homónima de Morimi Tomihiko, fue producida por MadHouse en el verano del 2010, y dirigida por Yuasa Masaaki. Debo decir que mis expectativas sobre este anime eran nulas. Cuando lo vi por primera vez las palabras Yuasa y Madhouse no me significaban nada. Ante mis ojos era otro setting escolar con comedia básica, romance forzado y elementos sobrenaturales. Pero si lo tuviera que describir ahora, es como una mezcla entre Welcome to the NHK y FLCL.
Nuestro protagonista es un joven sin nombre que va a empezar una carrera sin especificar en la universidad, y sueña con tener una vida color de rosa. Muchos amigos, fiesta constante, y una hermosa novia virgen de cabello oscuro. La serie relata los dos primeros años de su vida universitaria. Una, y otra vez. Cada episodio es una posibilidad de cómo pueden ser esos dos años según las decisiones que tome.
Yuasa tiene una forma muy particular de hacer que el apartado visual de sus obras resulte fundamental a la narrativa, y sea además indivisible del conjunto. Aprovecha al máximo los recursos que le da la animación, al punto de que es imposible trasladar sus obras a otro medio sin perder parte de lo que las hace tan buenas.
Lo que encuentro fascinante en esta serie es su aproximación tan real y al mismo tiempo imaginativa que toma con respecto al dibujo. La anatomía de los personajes alcanza proporciones ridículas, transformándose sin lógica alguna, mientras sus extraños movimientos ayudan a resaltar la acción que se esté llevando a cabo. Todo apoyado sobre diseños humanos pero básicos, que se prestan a una deformación natural con el objetivo de evocar emociones, representar ideas o conceptos, o simplemente ser ridículo y chistoso en un momento de comedia.
El anime tiene un uso del color asombroso. No existe una única paleta, y se salta constantemente entre rojo, fucsia, azul, verde, blanco, negro. Esta aspiración de darle colores vívidos y un flujo de emoción constante a la pantalla es algo que rara vez se ve. Pero no es sólo el color lo que se comporta de forma tan rebelde todo el tiempo. El mismo dibujo cambia su estilo entre cada episodio y se revuelca en la creatividad de los animadores.
Los escenarios son fantásticos porque gozan de esta misma libertad en diseño y color, a veces usando imágenes reales, a veces con dibujos a mano sumamente detallados o minimalistas, y a veces hacen eso de poner un patrón de dibujo en lugar de color sobre los contornos de los fondos.
Este uso del color, dibujo, escenarios, movimiento, diseño y efectos puede parecer caótico, y en cierto punto lo es. Pero con la gloriosa dirección, la serie no se siente ni confusa visualmente ni exhaustivamente cargada. El uso de la cámara y la velocidad de los planos, junto al hecho de que Yuasa sabe combinar los elementos para crear armonía visual y, como dije antes, añadir a la narrativa, hacen del anime una experiencia visual hermosa y única, sin sentirse desagradable a los ojos.
La música la compuso Michiru Oshima, y Dios mío que hizo un buen trabajo. La banda sonora es una combinación de violines y pianos, con algún instrumento de viento. Es música poderosa y emocional, con una enorme variedad de tema a tema y un impacto enorme. Estas sinfonías de música clásica con ligeros toques de jazz añaden muchísimo a la experiencia y cuando se trata de enfatizar escenas y emociones, hacen un trabajo excelente. Parte se debe a que Yuasa sabe manejar la música tan bien como sabe manejar la animación. La utiliza para añadir a la experiencia, para darle más vida y dramatismo a los episodios y expandir la estructura narrativa. Puede hacer que el hermoso caos de la animación se complemente con la maravillosa armonía de la música, para crear una experiencia audiovisual bellísima.
Las actuaciones de voz son en general muy sólidas destacando a Shintaro Asanuma en el papel del protagonista. Estoy seguro que no soy el único que no está familiarizado con su trabajo, pero en esta serie en particular se desempeñó muy bien, estando a la altura de las narraciones con velocidad balística. Este anime tiene diálogo muy rápido, y puede resultar difícil el leer al mismo tiempo que se presta atención a la animación. Vayan tranquilos y no teman pausar para volver a leer una línea.
El tema central de la serie es el crecimiento personal del protagonista en torno a la idea de que cada decisión que tomamos tiene un enorme impacto tanto en nuestra vida como en la de otros, y que en definitiva cada uno construye su futuro con sus acciones. Es un núcleo narrativo muy fuerte, y que sobretodo en esta era de fantasías de poder y mensajes pro-escapistas, hacen muy bien no sólo al anime como medio, sino también a sus fanáticos como personas. En cada episodio, Tatami Galaxy explora problemas de la vida moderna del joven adulto promedio, ya sea las relaciones de pareja, con amigos, el trabajo, la sexualidad, y muchos otros, y logra sentirse sumamente real sin perder el encanto imaginativo que le da su presentación.
Es un surreal viaje por el subconsciente del ser humano que eleva preguntas cotidianas de forma atractiva. Es una serie madura que trata sus temas con la seriedad que merecen, al mismo tiempo que su comedia oscura (basada en la vergüenza ajena, la humillación, y el sexo) ayuda a mantener los pies en la tierra y a aligerar el tono de lo que en otra forma sería un thriller pesado.
Si bien los elementos y temas que maneja la serie no son nuevos, y definitivamente los hemos visto antes, en el anime se tratan de una forma poco usual, muchas veces dándolos vuelta sobre sus cimientos para hacer que los puntos lleguen con más impacto o por mero despliegue creativo de Yuasa. Es una muy refrescante aproximación a las historias de vida, y particularmente las de maduración, que honestamente me encantaría ver más seguido.
La estructura narrativa consiste, como mencioné al principio, en repetir los dos primeros años de la universidad del protagonista en cada episodio, usando los mismos personajes, pero en situaciones distintas, y con un foco diferente. Toma un par de episodios acostumbrarse a este ritmo y estilo, sobretodo con la velocidad a la que va el diálogo, pero después de un rato la serie fluye con muchísima naturalidad, y nos recompensa en una de las mejores conclusiones que he visto.
Realmente el final de Tatami Galaxy es espectacular. Es un cierre fenomenal a una historia con muchísima profundidad temática llevada adelante por coherentes arcos de desarrollo de personaje, y es enormemente satisfactoria a nivel emocional. Es una conclusión que recompensa por todos los episodios y eleva al anime de forma increíble.
Tatami Galaxy cuenta una historia sencilla, fácilmente relacionable para todos aquellos que hayamos atravesado (o que estemos atravesando) las frustraciones de los primeros veinte. Estrés estudiantil y laboral, la necesidad de encontrar una identidad, el cómo encajar en un entorno nuevo como la universidad, todo mientras se amasan enormes cantidades de tensión sexual. Es un viaje de madurez, envuelto en humor negro, romance legítimo, y drama real que logra hacer llegar sus temas con fuerza sin sentirse pretencioso ni complicado.
Los personajes de la serie sirven a un propósito de auto-inserción, cosa que se ve claramente en el protagonista que no tiene nombre para que podamos identificarnos mejor con él. Pero no es auto-inserción en el sentido de la novela ligera, a modo de escapismo para sentirnos más poderosos. Es la idea de poder atravesar los problemas que plantea la serie como si nos ocurriesen a nosotros mismos, y los personajes sirven a ese propósito muy, muy bien. Nuestro protagonista no es alguien particularmente carismático. Es el anti-héroe propio de las historias con este tipo de mensaje, pero así y todo logra desenvolverse con una personalidad y motivaciones propias. Es alguien frustrante de ver. Constantemente comete errores y con su enorme densidad es incapaz de darse cuenta de la más obvia de las cosas. Pero justamente por eso es satisfactorio el ver cómo crece y madura, cómo se corrige a sí mismo y entiende dónde actúo mal. Es una acertada metáfora de nosotros mismos, que nos permite externalizar nuestros propios miedos y preocupaciones para poder reírnos y reflexionar sobre ellos.
Ozu es el otro personaje con mucho peso en la historia. El amigo de nuestro protagonista. Malvado y manipulador, sólo quiere ver arder el mundo y divertirse a expensas de los demás, o por lo menos eso es lo que se muestra desde la perspectiva del personaje principal. Pero, ¿es Ozu realmente malo y busca arruinar la vida del protagonista, o simplemente él lo ve así porque no quiere aceptar sus propios errores y necesita de un chivo expiatorio para no caer en la frustración total? Ozu es un catalizador muy útil para el desarrollo del personaje principal. Es quien constantemente lo obliga a tomar decisiones y parece ponerlo en problemas. Ozu es un elemento fundamental para la historia que ayuda a sostener el elemento del crecimiento personal, a veces tomando un rol central pero nunca opacando al protagonista.
El tercer personaje del que voy a hablar es Akashi, la misteriosa chica que el protagonista se cruza en cada episodio. Fría, solitaria, inteligente, y amable, Akashi es un personaje que verdaderamente se cae fuera de los típicos arquetipos propios del medio, gracias a su muy definida personalidad y redondez en escritura. Es un interés amoroso que tiene excelente química con el personaje principal lo que genera un romance muy orgánico, pero que nunca ocupa la pantalla ni roba el foco de lo que es realmente importante, y de hecho añade al proceso de maduración y crecimiento.
El resto del cast es muy colorido. Todos los personajes secundarios representas ideas y se sienten únicos por sus propios problemas. Son queribles con personalidades bien dimensionadas, imposibles de encerrar en un solo arquetipo debido a la profundidad que tienen, y terminan encajando muy bien en el conjunto del anime sin sentirse fuera de lugar, ni desperdiciados.
Tatami Galaxy es una rareza en el anime, una de las pocas series que puedo decir que es perfecta en cada apartado. Algo que se ve pocas veces en un medio como este que descansa tanto en clichés, arquetipos y líneas argumentales repetidas. Es una excelente mezcla entre presentación y guión que hace llegar su mensaje de forma muy atractiva, sin la necesidad de usar pandering otaku o escenas con altísimos valores productivos. Una yuxtaposición increíble de colores, personajes, música y profundidad temática, que al fin y al cabo hace una de las mejores y más refrescantes experiencias que vas a tener como fanático de la animación japonesa, o incluso de la animación en su conjunto como forma de arte. No espero que todos los animes inicien una revolución o den vuelta las mesas de la industria con enormes innovaciones, pero cuando uno de ellos lo logra, es increíblemente satisfactorio. Tatami Galaxy es un verdadero ejemplo de lo que es capaz la animación, una historia con un mensaje contundente y hermoso, pero por sobre todas las cosas, un muy divertido viaje surreal lleno de temas por explorar y personajes por conocer.
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